Con las mismas llegamos al hase-kannon. un imprevisto, decidimos entrar y menos mal. el templo es enorme dividido en diferentes alturas con un montón de pequeños jardines, una cueva pequeña con estatuas en el interior, cerezos...
Tras unas escaleras cientos de caras te observan, dioses diminutos de piedra rodean a otros mas grandes y a una estatua de la diosa kannon, impresiona aunque no seas budista.Más escaleras y los templos principales con vistas a todo el pueblo de Kamakura y la bahía. Entre unas cosas y otras, casi toda la mañana en el templo, Yokohama se queda en la agenda.
Bajamos a lo que íbamos a ver en principio, el daibutsu, una estatua gigante de buda sedente, el segundo mayor de Japón. Está repleto de japoneses y al final acabo por hacerme una foto en grupo con ellos mientras sonríen y me dan las gracias por quererme hacerme la foto así, más bien seria al revés digo yo! pero es que son así para todo, siempre con las gracias, así pasa, que llevo miles de caras en mi cámara.Cuando íbamos a irnos a la estación, vemos que recomiendan un templo más. Bueno, preguntamos cuanto tardamos en llegar a Nagoya y listo. Si, si. Conseguimos parar a un grupo de chicas que hablan ingles y entre todas nos cuentan que se tarda unas 3 horas, nada mas. Así que corriendo a ver el templo, enorme, para variar, con unas cuantas escaleras por subir, también para variar y que merecía mas tiempo de visita, pero no teníamos más. Al menos hemos podido verlo y subir hasta arriba. Corriendo a por el tren, que dos escalas y tres horas después nos lleva a Nagoya.
Sorpresita... el hostel que teníamos reservado nos dicen que no esta en Nagoya sino en Nagano. eran las diez de la noche y sin sitio para dormir. A rebuscar por el barrio mas cercano a la estación. Tras hacer caso a unos alemanes sin conseguir nada llegamos a un hotel, no muy caro, que le quedan dos habitaciones con camas de matrimonio. sin comentarios.
Y después un paseo para comprobar que estamos en mitad de un montón de salas de strip tease, bailarinas y demás sitios de perversión, barrio curioso. En el paseo se nos cruzan dos japoneses que nos miran como si supiesen que nosotros no conocíamos el barrio y sonriendo nos incitan a entrar en uno de los sitios mientras uno de ellos nos dice con gestos muuuuy claros que allí dentro se puede... tocar el género... por decirlo suave.




