¿Qué es ese olor? Intento abrir los ojos, pero algo me lo impide, no puedo levantar los párpados. EL intenso dolor hace que apenas entre un ápice de luz como si del resquicio de una puerta se tratase. ¿Pero porqué duele tanto? ¡Y ese olor! Me recuerda al día del sacrificio de los corderos. Ese olor, ese olor a sangre seca. A hemoglobina que ya no cumple su función. Ahora que puedo concentrarme algo más en lo que ocurre, empiezo a notar una gota caliente corriendo por mi cara. Si, debe ser mía, pero ¿cómo he llegado a esto? ¿Qué habré hecho para encontrarme aquí?
Aaaaah, acabo de destrozarme las muñecas intentando limpiarme la cara. Las tengo sujetas con algo que se me ha clavado como si fuesen agujas y creo que ahora mi sangre también corre por ellas. Debe ser por eso que no siento los hombros, los tengo como dormidos y no me responden muy bien, aunque con las manos sujetas a la silla en la que me encuentro sentado tampoco es que fuese a moverlos mucho.
¿Cuánto tiempo ha pasado? Mis ojos empiezan a distinguir colores por la pequeña rendija que queda de ellos. Algo verde, algo negro, algo naranja o rojo, ¿será mi sangre? Espero que no, estaría medio desangrado si todo eso fuese mío.
Pero… oigo pasos acercándose por mi espalda. El sonido metálico de los goznes me indica que una puerta acaba de abrirse tras de mí. Los pasos se acercan más y – plof – mi, yo, … todo me da vueltas, creo que acaban de golpearme la cabeza con algo. Duele, pero, que ocurre. No puedo moverme, no era necesario, ¿qué es lo que he hecho? – zas – una vez más, esta vez ha sido en mi brazo. Creo que lo tengo roto, aunque tampoco lo siento. Espero que la adrenalina no deje de fluir o lo pasaré realmente mal.
- ¿Cuál es tu nombre? - ¿Quién te envió? – Me gritan tan cerca de mi oído que las palabras retumban en mi cerebro como si estuviésemos en una cueva.
- Debería contestar algo. Han vuelto a golpear mis brazos. Pero no puedo pronunciar palabra, no consigo hacer que mi boca se abra mas que para coger aire pero ningún sonido sale por ella.
- ¿Acaso estás sordo? - ¿O es que quieres más? - ¿C-U-Á-L E-S T-U N-O-M-B-R-E?
- No lo se, señor… No consigo – plas – recordarlo. El golpe seco de una mano en mi cara me hace ver las estrellas.
La cabeza me va a estallar. – Un momento, ¿qué hace?, no por, ¡por favor! – Un chorro enorme de agua helada cae sobre mi cabeza tapada por un saco, me cuesta respirar. El plástico se adhiere a mi piel, no consigo que el aire llegue a mis pulmones. Intento gritar pero no parece que les afecte, más bien les hace gracia, oigo sus risas, mientras alguien sigue haciéndome preguntas, pero no puedo escucharle. Ya no tiene importancia. No creo que pueda hacer que esto pare de ninguna manera. Otra vez agua. Más fría. Ya casi no puedo pensar, ni moverme, ni respirar.
Han debido cansarse, me quitan la bolsa de la cabeza y el aire entra tan fuerte en mis pulmones que duele, casi quema. Pero al menos respiro.
Siguen pegándome. Alguien se acerca por detrás y me acerca algo frío y metálico a mi cabeza. Oigo como una pistola es amartillada. Escucho como la bala entra en la recámara. Espero el click del gatillo. Espero que la bala consiga matarme y acabar con esto de una vez. Todo está en silencio, nadie habla. Estarán esperando que sea yo el primero que diga algo o que todo se funda a negro. Pero no llega nunca. No dispara, sólo espera mientras clamo mis oraciones, que Alá me acoja en su seno. El grande y misericordioso me estará esperando. Click…. Y nada más. ¿Dónde está la explosión? ¿Dónde está la bala? Click… pero no hay bala, click click click… hijos de …vuelvo a escuchar sus risas mientras el corazón salta de mi pecho.
-Matadme ya- imploro – y dejadme seguir en paz. –No se nada de lo que me preguntáis, no puedo ayudarles, por favor déjenme.
Vuelven a tapar mi cabeza mientras sueltan mis ataduras. Me levantan de la silla y me arrastran por lo que parece un largo pasillo mientras a mi alrededor escucho mas rezos, gritos, llantos y risas. Mañana será otro día. Mañana será el mismo día.