lunes, 6 de abril de 2009

Kyoto

Desde Takayama a Kyoto. Tres horitas de viaje. Nos levantamos en el templo y vamos a la estación cargaditos de mochilas. Taaaaarde. Nos quedan mas de 40 minutos de espera, así que a buscar algo de desayuno. Tras un par de vueltas decidimos preguntarle a alguien en nuestro perfecto japones... así que a la primera que pasa con una mascara puesta (algo muy normal por estos lares) le preguntamos... se quita la mascara y como no ve ningún sitio... pues se pone en cabeza de la expedición, ya nos daba hasta corte de lo que se recorrió en cabeza, pero al final encontramos un pequeño café. Te, tostada y un huevo poche, que bien suena, barato, rápido y al tren.

De nuevo los mismos paisajes pero esta vez sin nieve.

Medio dormidos y con ganas de dormir mas, llegamos a Kyoto. No tenemos sitio reservado, así que subimos a la novena planta de la estación central, a la oficina de atención al turista y menos mal que una agradable señorita, bueno dos, nos consiguen encontrar un ryokan para dormir cinco noches, eso si, dos noches en una habitación, otra noche en otro edificio anejo, y otras dos noches más en el primero. Pero la mujer que lo lleva es un encanto!!

Dejamos las cosas y aunque es bastante tarde decidimos buscar algo que quede abierto, a las cuatro y media de la tarde cierran casi todos los templos, museos y castillos. Cerca de la estación encontramos uno, enorme Higashi Honganji, pero en restauración, debe ser el año. Entramos sin que nos cueste nada por ello y recorremos descalzos los edificios de madera haciendo fotos donde nos dejan, claro. Aunque hay gente, por lo general permanecen callados, así que no hay apenas ruido que moleste mientras caminas... algún españolito que otro rompe un poco la norma, pero bueno, se nos tiene que notar allá donde vamos, supongo.

Al salir del templo ya si que no hay nada abierto, así que mapa en mano, nos intentamos dirigir hacia la zona de Gion, uno de los sitios que estaba en mi agenda desde el primer día del viaje. Decidimos huir de las calles principales por las que andan los turistas y nos internamos en las callejuelas del barrio, la gente nos mira con curiosidad al vernos pasar... y nosotros a ellos, aunque la falta de costumbre les hace apartar la mirada si no les saludas con una pequeña genuflexion (o argo). Al final cruzamos el puente sobre el río... pocos cerezos en flor en las orillas, una pena, y nos paramos a comer algo en un pequeño sitio de madera... mas fideitos ricos. Pedimos señalando las fotos, claro y los fideos están buenisimos, los mios ¡¡con anguila!!

Después de comer escogemos un callejón y a andar por el. Nos sorprende un poco que todas las casas parecen iguales y todas tienen farolitos rojos colgando en la puerta... así que les preguntamos a tres chicas que pasaban por allí y nos dicen que son las famosas casas de te de Gion, donde trabajan las geishas. Así que cámara en ristre, aunque está oscureciendo, ya empezamos a recorrer la calle.

Para mi sorpresa, una puerta se abre y deja entrever la cara pintada de blanco de una maiko, aunque apenas un segundo. Pensando en si suena la flauta, esperamos en la puerta. Sale una mujer con kimono y en un suave ingles me pregunta... quieres hacer fotografías a una maiko... tardo lo justito en responder que si. Entra en la ochaya de nuevo y sale una maiko. Cara blanca, kimono, obi... el que me conoce sabe lo que eso significa para mi. Con todo el respeto que puedo empiezo a hacerle fotos y ella aguanta incluso que me gire para hacerle fotos a una de las pocas partes de una maiko que esta sin pintar de blanco, el cuello. Los adornos, el obi... retratos... y se acabo. Por mi nos podríamos haber vuelto a Madrid en ese momento.

Seguimos recorriendo la calle y conseguimos que algunas maikos más que pasaban corriendo de una ochaya a otra nos dejen hacerles una foto, por lo normal solo una, pero es justo.

Y así recorremos Gion, el barrio de geishas de Kyoto, hasta acabar en un sitio un poquito cutre, fritangas a tutiplen, sake... una cena sanota vaya.

Después a Gion corner y a cruzarnos con una valenciana pija (insoportable) y un catalán que me daban ganas de abofetearle... "esperando a una geisha" me dice con ojos desorbitados... aparece una maiko y antes de poder acercarme a preguntar si le importa que le haga una foto el estúpido de el ya ha desenfundado el flash y le hace sietemil fotos seguidas... ni que decir tiene que la pobre salio huyendo despavorida... después que porqué no se dejan hacer fotos.

Con el mosqueo en el cuerpo llegamos a otro templo, iluminado, gigante, incrustado en un parque. Conseguimos ver gente pidiéndole a buda, paseando entre puestecitos que suponemos serán para una fiesta cercana. Paseando por el parque encontramos un enorme cerezo ya en flor completamente iluminado y repleto de gente haciéndole fotos, y poco mas allá mas cerezos, pequeños, con algún que otro japones de botellón!! al final nos acercamos a hacernos unas fotos con ellos, divertido, todos conocen al real Madrid, claro.

Y con esas volvemos a dormir, caminata de casi una hora viendo calles, alguna pagoda y algún templito pequeño.

Mañana sera otro día, pero antes de dormir... un poquito de sake.

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