Una fiesta más, un paganismo más. La noche de San Juan y sus famosas hogueras tienen un origen poco cristiano aunque ahora parezca lo contrario.
Todo tiene que ver con el sol, el solsticio de verano, el día con más horas de luz y menos de noche que las más antiguas civilizaciones aprovechaban para recoger las cosechas. Como un montón de mitos y rituales de un sinfín de civilizaciones tiene que con el dios sol.
Los griegos celebraban su ritual correspondiente dedicado al dios Apolo encendiendo hogueras para purificar a los asistentes. Los romanos las dedicaban a Minerva y ambos recogían hierbas medicinales ese día porque pensaban que adquirían mayor poder curativo. Esto tan pagano aún se sigue haciendo en pueblos gallegos donde las mujeres compran flores y hierbas, las lavan con el agua del rocío de esa noche y las cuelgan en las casas para que den buena suerte el resto del año.
Pero no eran los únicos, los incas celebraban la fiesta del Inti-Raymi, que se sigue haciendo ahora, aunque sólo sea como atractivo turístico.
Y como no, los celtas celebraban el solsticio dedicando la fiesta, beltaine, a su dios del fuego Belenos encendiendo hogueras que saltaban los guerreros demostrando su valor al dios y cuyas ascuas utilizaban los druidas para hacer pasar entre ellas a los animales para purificarles y protegerles.
Si bien el ritual más conocido es el que tiene que ver con el fuego y las hogueras hay más también asociados al agua. Las de las fuentes y riachuelos que eran bañadas por el sol al amanecer de ese día se pensaba que eran curativas (si vais por Galicia preguntad por las fuentes que aún queda alguna), los baños de las nueve olas, que se siguen celebrando en las costas gallegas, se celebraban para que las mujeres tuviesen más facilidad para quedarse embarazadas.
Alguien pensará que lo que hizo la iglesia no fue tal transformación de pagano a cristiano… pues se equivoca. Si hubiese sido fruto de la casualidad o simplemente del tiempo no habría testimonios como el del “apóstol de los suevos”, San Martín de Braga, quién ya en el siglo VI condenaba como herejía la celebración del solsticio por ser de herencia pagana “La lucha contra la oscuridad se perpetua con la luz del fuego de la hoguera, que simboliza el bien. Las personas saltan esa hoguera, exorcizan el mal y eliminan la eficacia de un posible maleficio.”
Sin embargo la iglesia no consiguió abolir las fiestas en cuestión, recurso… cristianizar. La solución sencilla y curiosa. San Juan Bautista que, oh casualidad es el único santo del que se celebra su nacimiento en vez de su muerte y claro el hombre, nació el día del solsticio de verano (curioso que la navidad, la natividad de Jesús se celebre 6 meses después, será casualidad también). ¿Y las hogueras como las explican?, porque claro, no es sólo la fiesta también hay que cristianizar las costumbres asociadas a ella.
Pues otra curiosa casualidad. Resulta, que al padre de San Juan, Zacarías, le comunicó un ángel la cuestión tal como “relata” después el evangelio de Lucas “Zacarías era un sacerdote judío que estaba casado con Santa Isabel, y no tenían hijos porque ella era estéril. Siendo ya viejos, un día cuando estaba él en el Templo, se le apareció un ángel de pie a la derecha del altar. Al verlo se asustó, mas el ángel le dijo: “No tengas miedo, Zacarías; pues vengo a decirte que tú verás al Mesías, y que tu mujer va a tener un hijo, que será su precursor, a quien pondrás por nombre Juan. No beberá vino ni cosa que pueda embriagar y ya desde el vientre de su madre será lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos para Dios”. Pero Zacarías respondió al ángel: “¿Cómo podré asegurarme que eso es verdad, pues mi mujer ya es vieja y yo también?”.
El ángel le dijo: “Yo soy Gabriel, que asisto al trono de Dios, de quien he sido enviado a traerte esta nueva. Mas por cuanto tú no has dado crédito a mis palabras, quedarás mudo y no volverás a hablar hasta que todo esto se cumpla”. Cuando se cumplió, seguía Zacarías sin voz, así que para mostrar su júbilo encendió hogueras para que todo el mundo las viera y conociera el nacimiento de su hijo, recuperando tras ello de nuevo su habla.
Allá cada uno con lo que celebra, y como dicen los Galegos: En San Xoán meigas e bruxas fuxirán.








