Pues ni santos ni religión tienen que ver con ella. De nuevo hay que remontarse a los tiempos en que los celtas pululaban por media Europa y los romanos por la otra mitad al poco tiempo.

También los romanos celebraban más o menos en los mismos días la festividad de feralia dedicada al culto a sus muertos en los que realizaban ofrendas a sus paganos dioses incluyendo a Pomona, ofreciéndole manzanas recién recogidas.
Los romanos hacían ofrendas, los celtas intentaban que los espíritus no entrasen en sus casas ni en sus cuerpos. Para ello colocaban pequeñas velas en el interior de nabos ahuecados que colocaban para que los espíritus encontrasen el camino a seguir. Además pensaban que colocando en las ventanas una vela por cada uno de los difuntos de la familia los espíritus estarían tranquilos y les dejarían en paz.
Los druidas encendían también hogueras alrededor de las cuales se reunían los pueblos para celebrar el fin de la cosecha.
La celebración siguió integrando elementos celtas y romanos hasta que Justiniano decretó el culto cristiano como obligatorio para todo el imperio que absorbió de todas formas la vieja costumbre del samhaim.
No fue hasta el siglo VIII cuando la iglesia decidió que ya era hora de que los cristianos dejasen de celebrar rituales paganos decidiendo colocar su “día de todos los santos” el día 1 de noviembre para intentar reemplazar lo que se celebraba ya desde siglos antes. De hecho en el siglo IV la iglesia de Siria celebraba un día de sus mártires y el papa Bonifacio IV transformó un panteón romano en cristiano dedicándolo a todos los santos pasando la fiesta de mayo al actual día. Esta idea es además la que le da nombre a la actual fiesta. En inglés (Gran Bretaña es el lugar en que más aceptación tenían estos ritos por estar más asentadas las costumbres celtas) el día se conoció como “All Hallow’s Day” y por su importancia la noche anterior se celebraba la fiesta de la víspera, es decir, “All Hallow’s Eve” que por las deformaciones propias de la lengua anglosajona pasó a llamarse “Halloween”.

Jack murió antes, pero al llegar a las puertas del cielo no dejaron que entrase por su terrible vida y le empujaron al infierno donde tampoco puedo entrar por el pacto al que había llegado son satanás. Al menos se apiadaron de él y le dieron una brasa para que pudiese meterla en un nabo y así guiarle en sus pasos. De ahí el nombre actual de la calabaza “Jack-O’lantern”. Del nabo a la calabaza sólo hay un pequeño paso casual. Al emigrar los irlandeses a Estados Unidos se llevaron con ellos sus costumbres, pero no había nabos, eso sí, ¡calabazas encontraron para repartir!
En estas latitudes la iglesia estaba más afianzada y consiguió que se olvidasen poco a poco las viejas costumbres, quedando prácticamente sólo el culto a los muertos.
La tradición de los dulces también viene de viejo, está si es más cristiana. Los pobres del siglo IX empezaron a pedir dulces por las casas ofreciendo rezar por las almas de los difuntos de quién les alimentase. Comenzaron siendo simple pan con pasas pero poco a poco se fueron añadiendo más preparaciones.

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