lunes, 26 de enero de 2009

Calabazas, buñuelos y huesos “de santo”.

Una fiesta más, religiosa toda ella. Todo el mundo la conoce. Entre otras cosas porque no hay que ir a trabajar. Es el día de todos los santos. Pero, ¿cuál es el origen de este día?

Pues ni santos ni religión tienen que ver con ella. De nuevo hay que remontarse a los tiempos en que los celtas pululaban por media Europa y los romanos por la otra mitad al poco tiempo.

Para los celtas una de sus celebraciones anuales era el fin a de año, que para ellos era el actual 31 de octubre, el fin de su verano, el samhain. En esta celebración además del último día del año, se celebraba la recogida de la última cosecha con la que se nutrirían durante el invierno y según sus creencias también era el día en el que los espíritus traspasaban al mundo de los vivos vagando por la tierra dando origen a diversas tradiciones y ritos como escribiré más adelante.

También los romanos celebraban más o menos en los mismos días la festividad de feralia dedicada al culto a sus muertos en los que realizaban ofrendas a sus paganos dioses incluyendo a Pomona, ofreciéndole manzanas recién recogidas.

Los romanos hacían ofrendas, los celtas intentaban que los espíritus no entrasen en sus casas ni en sus cuerpos. Para ello colocaban pequeñas velas en el interior de nabos ahuecados que colocaban para que los espíritus encontrasen el camino a seguir. Además pensaban que colocando en las ventanas una vela por cada uno de los difuntos de la familia los espíritus estarían tranquilos y les dejarían en paz.

Los druidas encendían también hogueras alrededor de las cuales se reunían los pueblos para celebrar el fin de la cosecha.

La celebración siguió integrando elementos celtas y romanos hasta que Justiniano decretó el culto cristiano como obligatorio para todo el imperio que absorbió de todas formas la vieja costumbre del samhaim.

No fue hasta el siglo VIII cuando la iglesia decidió que ya era hora de que los cristianos dejasen de celebrar rituales paganos decidiendo colocar su “día de todos los santos” el día 1 de noviembre para intentar reemplazar lo que se celebraba ya desde siglos antes. De hecho en el siglo IV la iglesia de Siria celebraba un día de sus mártires y el papa Bonifacio IV transformó un panteón romano en cristiano dedicándolo a todos los santos pasando la fiesta de mayo al actual día. Esta idea es además la que le da nombre a la actual fiesta. En inglés (Gran Bretaña es el lugar en que más aceptación tenían estos ritos por estar más asentadas las costumbres celtas) el día se conoció como “All Hallow’s Day” y por su importancia la noche anterior se celebraba la fiesta de la víspera, es decir, “All Hallow’s Eve” que por las deformaciones propias de la lengua anglosajona pasó a llamarse “Halloween”.

Y la famosa calabaza ¿de dónde sale? Otra leyenda celta más. Se dice que existió un personaje llamado Jack con fama de bebedor y pendenciero al que el diablo quiso visitar para saber si la fama de aquel mal hombre estaba justificada. Le encontró en una taberna y tras hablar con él decidió llevárselo al infierno con él. Jack le pidió un deseo, una cerveza para cada uno. El diablo accedió, pero al ir a pagar ninguno tenía dinero y Jack le pidió que se convirtiera en moneda para pagar, pero en lugar de hacerlo metió la moneda en un bolsillo junto con un crucifijo de plata que impedía al diablo transformarse de nuevo. Con el engaño consiguió un año de plazo hasta la nueva visita del diablo. El año siguiente fue a buscarle de nuevo. De nuevo Jack le pidió un último deseo, que el diablo subiese a un árbol a cogerle una manzana. Al subir Jack talló una cruz en el tronco que no dejaba bajar al diablo. Una vez se vio engañado pero esta vez el pacto fue para los diez años siguientes.

Jack murió antes, pero al llegar a las puertas del cielo no dejaron que entrase por su terrible vida y le empujaron al infierno donde tampoco puedo entrar por el pacto al que había llegado son satanás. Al menos se apiadaron de él y le dieron una brasa para que pudiese meterla en un nabo y así guiarle en sus pasos. De ahí el nombre actual de la calabaza “Jack-O’lantern”. Del nabo a la calabaza sólo hay un pequeño paso casual. Al emigrar los irlandeses a Estados Unidos se llevaron con ellos sus costumbres, pero no había nabos, eso sí, ¡calabazas encontraron para repartir!

En estas latitudes la iglesia estaba más afianzada y consiguió que se olvidasen poco a poco las viejas costumbres, quedando prácticamente sólo el culto a los muertos.

La tradición de los dulces también viene de viejo, está si es más cristiana. Los pobres del siglo IX empezaron a pedir dulces por las casas ofreciendo rezar por las almas de los difuntos de quién les alimentase. Comenzaron siendo simple pan con pasas pero poco a poco se fueron añadiendo más preparaciones.

Los huesos de santo tengan probablemente origen madrileño. Aparecen citados en el “Arte de cocina” de Francisco Martínez Montiño de 1611. Eran una rápida solución para dar salida al mazapán de almendras recién recogidas en esa época y seguir con la vieja tradición de comer dulces en ese día. Del origen de los buñuelos no he conseguido la fecha, aunque supongo que sería simplemente una solución más barata. Es extraño. Dinero alrededor de la religión.

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